26 de agosto de 2015

43 aniversario de la Masacre de Trelew

Hilda Toschi: “Trelew es sinónimo de solidaridad”
“Trelew no nos pertenece más, el pueblo entero se apropió del significado de la masacre”, aseguró Hilda Toschi en el 43 aniversario de los fusilamientos de los 16 presos políticos en la base aeronaval Almirante Zar. Luego de más de cuatro décadas y de importantes avances en cuanto a la batalla por la justicia y la valoración simbólica de los hechos, todos los años la provincia del Chubut recibe a los familiares de las víctimas y el reconocimiento es unánime: “Los vecinos de acá son como mi familia, son amigos”, sostuvo sobre la relación entablada con los pobladores Raquel Camps, hija de Alfredo Camps, uno de los tres sobrevivientes de la noche en que los militares de la Armada llevaron a cabo la matanza.
El reconocimiento a las ciudades Trelew y Rawson no es casual: desde el momento que la Unidad Penal Federal número 6 de la capital provincial recibió presos políticos de la dictadura encabezada por Alejandro Lanusse se organizaron comisiones de solidaridad para recibir a los familiares que venían de visita, abogados de la zona representaron a algunos de los presos políticos y las ciudades se movilizaron para condenar los fusilamientos y la política de amedrentamiento.      
Sobre el acompañamiento que año tras año reciben, en una entrevista para El Extremo Sur, Hilda Toschi agregó: “Somos parte de esta tierra. Y la sangre derramada por los compañeros ha logrado que cada vez más florezca en cariño, compromiso, solidaridad. Nosotros llegamos a Trelew y toda la ciudad se convierte en nuestra casa”. En el mismo sentido se expresó Sara Kohon, hermana de Alfredo Kohon, quien relató las sensaciones que tiene cada vez que va a la base y luego se reencuentra con las organizaciones militantes en el viejo aeropuerto de la ciudad: “Habíamos ido antes a la base, ya es la cuarta o quinta vez que voy y me pasa siempre lo mismo: me genera mucha tristeza, me bajonea. Pero al ratito escuché los bombos, vi a los chicos venir con esa alegría, con ese amor y me sentí contagiada porque siento que tenemos futuro”.  
De todos modos, para Hilda Toschi lo que ocurre hoy es el mismo espíritu que tuvo la ciudad incluso antes del proceso que va desde la fuga del penal de los presos políticos hasta el fusilamiento en agosto de 1972: “Por lo menos desde un año antes de los hechos que recibimos esta muestra de solidaridad que me atrevería a decir que como en Trelew no pasó en ningún otro lugar”, sostuvo en relación a que la cárcel de Rawson servía para aislar a los referentes revolucionarios y otros líderes políticos y sindicales de sus organizaciones trayéndolos a la Patagonia: “Acá los presos eran desconocidos, no tenían nada que ver con el lugar, ningún vínculo con los pobladores de Rawson y Trelew”.
Pero además, las ciudades cumplen una tarea más: reconstruir la historia de los presos políticos que fueron fusilados por la dictadura. Ese proceso de reconstrucción es lo que le sucede a Raquel Camps: “En esta ciudad había un montón de compañeros que podían relatarme quiénes eran mis viejos. Ellos eran muy pendejos y acá empecé la reconstrucción para saber quiénes eran”, sostuvo Raquel quien se siente de alguna manera de la provincia del Chubut: “Mis viejos se conocieron en el penal de Rawson, entonces hay una historia de amor detrás de todo”.

LA FUGA Y LOS FUSILAMIENTOS

El 15 de agosto de 1972 se llevaría a cabo una de las operaciones contra la dictadura militar de Lanusse más temerarias y sofisticadas de la historia de las organizaciones revolucionarias: presos políticos que eran parte de tres organizaciones guerrilleras (Montoneros, ERP y FAR) planearon una fuga masiva del penal de Rawson para reincorporarse a la resistencia. La operación fue panificada con varios meses de anticipación y en absoluto secreto, involucrando a tres organizaciones guerrilleras que mantenían diferencias ideológicas pero que los unía la lucha contra la dictadura militar.
A las 18 horas comenzó la fuga separada en tres grupos: primero saldrían los miembros más importantes de las organizaciones y luego las segundas y terceras líneas. El objetivo era que se evadieran 125 presos políticos, secuestraran un avión en el aeropuerto de Trelew y pasarán a Chile donde gobernaba el presidente socialista Salvador Allende. Aunque sólo lograron pasar a Chile seis (entre ellos se encontraba Mario Roberto Santucho, jefe del ERP), y 19 quedaron rodeados en el viejo aeropuerto de Trelew mientras que el grueso ni siquiera pudo salir del penal, la operación fue un éxito político: las organizaciones revolucionarias se habían unido para asestar un golpe propagandístico letal contra la dictadura, demostraban capacidad operativa y evidenciaban la ingenuidad de la conducción militar.
La demostración de lo que la fuga significó para la dictadura militar quedó expuesto justo una semana después. Los 19 presos que quedaron varados en el aeropuerto entregaron las armas una vez que negociaron la vuelta al penal; pero la dictadura declaró a Chubut “zona de emergencia” y fueron traicionados: se los condujo a la base aeronaval Almirante Zar y la madrugada del 22 de agosto los harían salir de sus calabozos para ser fusilados por oficiales de la Armada Argentina. De los 19 lograron sobrevivir tres (Alberto Miguel Camps, María Antonia Berger y Ricardo René Haidar) quienes fueron fundamentales para brindar testimonio de lo que pasó ese día y en base a sus declaraciones (los tres fueron asesinados luego por la dictadura que tomó el poder en 1976) se pudo condenar a los responsables cuatro décadas después (Ver recuadro sobre el juicio).

EL SIGNIFICADO DE LA MASACRE

Los fusilamientos de Trelew fue el prólogo de lo que sistemáticamente se daría a partir del 24 de marzo de 1976 con la última dictadura argentina. Para Eduardo Luis Duhalde, uno de los referentes en la lucha por los Derechos Humanos que murió en el año 2012, la Masacre de agosto de 1972 reúne todas las características que tiene el Terrorismo de Estado argentino: la política genocida que busca eliminar la militancia popular, la pedagogía del terror que busca restablecer la autoridad militar y el miedo, la no asunción del hecho criminal alegando la legítima defensa de los militares que dispararon, el pacto de sangre que involucró a las tres fuerzas armadas y a toda la cadena de mando, y finalmente la aplicación de la ley de fugas, es decir usar el falaz pretexto del intento de escape de los detenidos en la base para justificar la masacre.