El papá de Julián no titubeó en apuntar contra los policías que asesinaron a su hijo. |
Palabras finales de César Antillanca antes de conocer la sentencia
Tras el alegato de la fiscalía y la querella, los padres de
Julián Antillanca se dirigieron al tribunal. César, el padre, mostró una serie
de fotos de distintas edades y algunas pertenencias: una billetera, botines de
fútbol, una copa de vino, un perfume y unas cartas, y luego dijo:
"Voy a solicitar al Tribunal que me permitan permanecer de
pie. Este es el minuto de las víctimas. Julián no puede venir. Estos son los
despojos. Le arrancaron la vida, los sueños. Podemos decir, hasta ahora, que
Julián se fue sin explicaciones. Yo no quería que juegue a la pelota porque lo
iban a lastimar; el fútbol barrial es asperísimo, se golpean y yo no quería que
juegue. Esta cajita se la hice yo. Ahí tiene sus cartas, sus cds, una caja de
un celular, una billetera, pastillas. Esa copa se la regalé cuando me dijeron
que junto con su hermana empezaron a tomar alcohol, así que le regalé una copa
a cada uno. No pudo venir hoy y desde hace casi cinco años que no puede venir
acá, no puede jugar, que no puede reir, que no puede llorar. Y yo acuso,
señores del tribunal, con total autoridad y con total honestidad sobre todo,
con total seriedad, acuso a estos señores de haber sido los matadores de sueños,
de lágrimas, de risas, y de haberle quitado la vida a mucha gente, porque Ayelén,
su hermana, es una chica triste, porque Tomás es un nene triste y porque su
madre es una mujer devastada. Acuso con total autoridad de haber traído la
violencia y la desgracia a la humanidad; no a él, no a la familia Antillanca,
no a los amigos de Julián. Trajeron la desgracia a la humanidad por ser
inhumanos. Los golpes que le dieron a Gonzalo Julián Antillanca para que muera
es de inhumanos. Vean lo que hicieron. Yo los acuso de cobardes, de cobardes
por mentirles a sus familias, y de no decirles la verdad y hacerse cargo porque
todas estas personas familiares de los acusados están creyendo en su inocencia
porque ellos son cobardes y están en una institución cobarde.
Señores, yo estoy montado en una nave que está llena de amor,
en una nave que sólo tiene amor y dignidad, el amor a la vida y el amor a la
libertad, y la dignidad del trabajo porque esto que hay acá, esta acusación es
el resultado del trabajo, es resultado de la honestidad. Porque así como acuso,
acuso con dolor; porque así como amo la vida y la libertad, la desgracia que trajeron
estas personas a sus familias no tiene nombre, no tiene precio, no tiene
tiempo. Porque esto no se termina acá, ni sabe uno en qué puede seguir. Yo
estoy en una nave que busca justicia y que no tiene resentimiento, que no tiene
odio, que no tiene ira, que no tiene venganza, porque eso carcome y yo amo la
vida y la libertad, y soy un tipo felíz luchando. Cada lágrima, cada lágrima me
duele, pero me gusta. Y las disfruto. Y necesito esto ahora: luchar. Luchar,
pelear.
Y esta nave señores no conoce de mares grandes, está
descansando en la bahía esta nave. Está dispuesta a perder mil batallas pero no
la guerra. Entiendan señores que esta nave es un barco que solamente tiene dos
vientos: el viento de la madre de las ciencias, la paciencia; y además, el
viento de la constancia, que trae sus frutos, el resultado, del trabajo. Constancia
y paciencia. Y si hay que seguir se sigue.
Y señores del tribunal es su responsabilidad que este hecho
quede impune. Es toda su responsabilidad no que esto no siga sucediendo porque
el caso de la muerte de Julián no se agota en la justicia por el caso de
Julián. Una persona no puede remediar todo un sistema corrompido. Todo un
sistema que está corroído por completo. Hay corrupción estructural. Señores,
Julián era un chico pobre pero tenía su mamá, tenía su papá, sus amigos, sus
hermanos, y seguramente tenía sus dolores, como todos. Pero hoy no tiene nada.
Absolutamente nada. Sus despojos, solamente sus despojos. Y nada más".