El kirchnerismo chubutense de cara al 2015
El año que termina resultó ser lo que políticamente se
denomina un periodo bisagra. No sólo por lo estrictamente electoral, que a fin
de cuentas en las democracias partidarias resultan su razón de ser, sino
también y fundamentalmente por lo manifiesto que fue todo: el gran ganador,
Mario Das Neves, no ocultó nunca que su candidatura era meramente testimonial:
“No hay 2015 sin 2013”, decían sus allegados y lo decía sin ruborizarse el ex
gobernador. Tan testimonial fue, que su estética de campaña simulaba un pastor
evangelista que profesaba el “volver a creer”, parecía una confesión de la
falta de pergaminos de los ocho años en que fue gobierno.
El otro tornillo que se va ajustando en Chubut, y sin
solución de continuidad, es el kirchnerismo de cara no sólo al estricto 2015
electoral, sino al kirchnerismo sin Cristina presidenta. Antes de las PASO, los
funcionarios provinciales y máximas figuras del sector se pavoneaban: “Este
sector no tiene un candidato, tiene muchos”. Luego, lo que bien se podría leer
como una paliza electoral, también puede entenderse como una purga natural
dentro de los cánones políticos: de todos los caciques, para 2015 quedan pocos
en carrera.
Los referentes K
Empezando por Norberto Yauhar, que tras la baja performance
en las urnas queda expuesta su sobrestimación política. El que hasta hace poco
fue ministro nacional de Agricultura es mucho mejor cortesano de gobiernos que
figura electoral (una y otra cosa lo demostró primero como ministro del propio
Das Neves, donde gestionó satisfactoriamente los factores de poder, y luego
como titular de la cartera agrícola nacional, logrando mantener a raya las
pretensiones del poderoso campo y logrando incluso una cosecha récord de
girasol; pero por otro lado se acumulan en su haber la derrota electoral por la
intendencia de Trelew y ahora para diputado nacional, dos fracasos en tan solo
24 meses). A una buena porción de los electores Yauhar les parece antipático o
les parece ni -ni bueno ni malo- y ese intermedio no arrastra votos.
La otra figura desdibujada del kirchnerismo chubutense,
analizando el derrotero desde el 2011 hasta este momento, es la de Carlos
Eliceche. Del empate técnico con el actual gobernador provincial y la rotunda
victoria para diputado nacional se dilapidó buena parte de ese capital
político: primero con las idas y venidas entre la banca del Congreso y la
coordinación de gabinete –mucho más que una mera desprolijidad-, y luego con la
fulera elección del Frente para la Victoria en Puerto Madryn.
Se suponía que Eliceche venía a dar “volumen político” al
gobierno de Buzzi, cosa que en un principio parecía confirmarse: no hacía 24
horas que estaba en el gabinete que Eliceche se montó casi simultáneamente a
los conflictos gremiales y de paso recorría los incendios forestales de la cordillera
o agilizaba la ayuda provincial en los temporales de lluvia de su propia Puerto
Madryn. Pero el ex mandatario madrynense no pudo frenar el voto castigo contra
el kirchnerismo en su territorio y terminó consumido por la lógica tan política
como natural de buscar responsables.
Diferentes son los casos de Néstor Di Pierro y Rafael
Williams. Aunque lastimados por el triunfo del dasnevismo conservan dos
posiciones de privilegio para capear el temporal en las respectivas
intendencias de Comodoro y Esquel. Aunque difícilmente puedan ser los nombres para
competir por la gobernación. Néstor Di Pierro, con el perfil regionalista puso
de manifiesto esa siempre latente desconfianza entre el sur y el valle; lo que
redunda en un vocero natural de los intereses comodorenses, pero repudiado en
distritos importantes como Trelew, Rawson y Puerto Madryn por haber
materializado “la reparación histórica” nada menos que en una ley de
hidrocarburos. Electoralmente eso es un límite.
Pero así como los intendentes tienen un margen de privilegio
para tramitar el mal trago de las elecciones, ese mismo margen tiene el propio
gobernador Martín Buzzi. Restan dos años de gobierno donde afinando la puntería
no sólo podría ser el aspirante natural a la reeleción por la gobernación en
2015, sino el perfil necesariamente opuesto a Mario Das Neves.
Los problemas de gestión de los primeros dos años,
fundamentalmente los gremiales que pusieron en jaque a varios ministros, serían
contraproducentes justificarlos con la idea de la herencia recibida. Aunque
Mario Das Neves entregó una provincia millonariamente endeudada, a los
electores no le gustan las excusas. Es el momento de mostrar las cosas que se
hicieron bien, aunque muchas de esas políticas son las que son “difíciles de
contar”. La regularización del empleo público, el concurso docente, el convenio
colectivo en Salud y la ley de hidrocarburos son políticas de alguna manera
titánicas, pero hay que buscar la forma de que sean percibidas como
trascendentes para la vida de todos los días de los chubutenses.
En ese contexto, Buzzi siente como propio el nuevo gabinete
surgido tras las elecciones. Y ahora sí que no habría excusas: el gobernador no
tiene ningún condicionamiento político de los kirchneristas de la primera hora
y todo lo por venir será impronta suya y de los suyos.
Un testimonial
Hasta Das Neves, el gran elector del 2013 en Chubut, puede
creerse una mentira. La opinión pública tiene un solo axioma: es volátil. Lo
que afirman hoy los ciudadanos mañana puede ser lo opuesto y responde a un
criterio tan inexplicable como el humor social.
Y ese humor social se puede expresar ocasionalmente en
votos; por eso, los estrategas políticos saben una sola verdad: no hay
candidatos buenos y malos, sino candidatos mejores y peores según las circunstancias.
Das Neves, eufórico por los resultados favorables que le permiten agregar dos
diputados nacionales a su fuerza política, podría creer que la elección de
octubre fue una suerte de “operativo clamor” a su figura; pero así olvidar que
ahora lo votaron los mismos que en 2011 rechazaron en su gran mayoría su
aspiración de llegar a la vicepresidencia de la mano de nada menos que de
Eduardo Duhalde.
Si las relaciones fueran causales, Das Neves tendría por
delante dos años en el Congreso Nacional donde no sólo podría repotenciar su
figura pública en todo el país, sino ejercer una práctica que le gusta tanto
como mandar: comentar la actualidad política. Y desde la banca y desde los
diarios (en los cuales muchos medios aun le deben una cantidad sideral de “muchas
gracias” financiadas con fondos públicos) vivir el tránsito gradual hacia la
gobernación. Pero en política las relaciones no son meramente causales.
La figura de Sastre
Entre los intendentes que surgieron bajo las plumas del ex
gobernador, hay varios que deben estar “recalculando”. Uno de los que
políticamente tuvo que volver al espacio político de Das Neves fue el
madrynense Ricardo Sastre; pero por eso mismo se siente absolutamente
condicionado.
El mandatario de la ciudad del golfo intentó en el primer
año y medio de gobierno equilibrar entre la realidad K y su origen político
dasnevista. Así fue que mientras el Partido Justicialista se reunía en congreso
en Rawson y Das Neves hacía su reunión en Trelew, Sastre intentaba participar
de los dos espacios. Precisamente eso le criticaban los kirchneristas
madrynenses: “No morir con las botas puestas” en ningún espacio.
Finalmente, fue el nombramiento de su rival local lo que
terminó de desatar su alejamiento del kirchnerismo. Con la llegada de Eliceche
a la coordinación del gabinete provincial, Sastre también fue tirando la
rienda: destacaba la figura de Yauhar pero la contrastaba con el propio
Eliceche, y hasta manifestaba públicamente que Yauhar no tenía que ser
candidato porque se podía perder una figura vital en un ministerio nacional de
tal envergadura. Finalmente, la disputa por el Partido Justicialista en Puerto
Madryn terminó por separar las aguas: Sastre se refugió en el PACH que ya
llevaba a Mario Das Neves como candidato.
Hay que recordar que en Puerto Madryn también se renovó la
mitad del Concejo Deliberante, y aunque el sector que patrocinaba Sastre fue
ampliamente ganador, las dos figuras más visibles de esa victoria en la ciudad
del golfo son Mario Das Neves y el presidente del PACH, Pedro Giménez. De
hecho, los próximos pasos políticos de Sastre serían cómo contrarrestar la
pretensión natural de Giménez de aspirar a ser intendente en el 2015: Das Neves
le debe un favor al prestarle el sello partidario y Sastre lo mismo. A su vez,
conformarse una vez más con ser primer concejal es un deseo bastante escuálido
para el presidente del PACH quien “aguantó los trapos” cuando era cuestionado
en su partido por habilitar la lista para el dasnevismo.
En suma, haciendo una cuenta simple Ricardo Sastre tiene
tres frentes políticos: el partidario con la gravitación del dasnevismo que lo
puede condicionar y con el PACH queriendo capitalizar sus bondades en 2015; el
provincial con la disputa por la asignación de fondos públicos; y finalmente el
de la gestión pública, donde se acumulan no sólo las dificultades financieras
sino los problemas laborales de la pesca, las dificultades para el acceso a la
tierra y la demanda urgente de viviendas de nada menos que tres mil familias.
De alguna manera, los tres frentes se resuelven en una sola estrategia: cómo
sortear los deseos de sus amigos ocasionales por dejarlo fuera de la
intendencia.