3 de junio de 2012

Wikileaks y Argentina


La relación carnal de políticos y periodistas con Estados Unidos

La tapa del libro
de Santiago O'Donell.
Para sus creadores, Wikileaks se puede definir de dos maneras: como exponentes de lo que se llama periodismo científico, o como una organización militante contra los abusos del poder. El primero se sustancia en que su espíritu va directamente ligado a la forma: todo lo que difunde Wikileaks proviene de un documento que lo sustenta. El segundo, es la manía por exponer “los comportamientos no éticos de los gobiernos” como así lo sintetizó su fundador Julian Assange.
En concreto, es una organización que difunde documentos oficiales filtrados, protegiendo las fuentes. Desde su creación en el 2006 han hecho público más de un millón y medio de despachos, apoyándose en algunos de los medios periodísticos más famosos del mundo como The New York Times (Estados Unidos), The Guardian (Inglaterra), Le Monde (Francia) y El País (España).
El periodista argentino Santiago O’Donell consiguió de la organización los 2510 cables del gobierno de Estados Unidos que hablan de Argentina y los reunió en un libro (Argenleaks, editorial Sudamericana). El primer dato por resaltar es la porción de interés que ocupa este país para los estadounidenses: representa únicamente el 1 por ciento del total de cables filtrados. Claro, en el pedazo de tiempo que fueron obtenidos esos documentos aun era una cuestión caliente las guerras de Afganistán e Irak, asuntos vitales para el país militarmente más poderoso del mundo.
La embajada de Estados Unidos es un faro de atracción para periodistas y políticos de diversas ideologías y partidos. Muchos se desviven por ser invitados a sus cocktails de camaradería, asistir a reuniones privadas y sobre todo se sienten importantes si son consultados sobre temas específicos o se les pide un análisis general de la situación de nuestro país. Esto lo sabe bien Estados Unidos y sus embajadas, por eso remiten a la Secretaría de Estado en Washington no sólo las opiniones recogidas de los invitados, sino las formas, el entusiasmo y el lenguaje no verbal durante sus minutos de gloria.
Acá va un resumen de algunos de los personajes públicos que tocaron el cielo con las manos cuando visitaron la sede diplomática de Estados Unidos. La fuente de información es el minucioso libro Argenleaks de Santiago O’Donell, una obra básica para entender el tablero político de Argentina.

Políticos
Resulta obvio, pero los principales confesores a los que recurre la representación diplomática estadounidense son a los que se puede identificar como de derecha, liberales que admiran al país del norte. Sin embargo, ante coyunturas particulares como la emergencia de los piqueteros en el escenario político, fue invitado incluso el dirigente Raúl Castells quien no tuvo ningún empacho en declararse, en la casa y en las narices de los diplomáticos, como “enemigo de Estados Unidos”.
Los servicios de inteligencia y los analistas de información tienen un método fundacional: una fuente es una opinión; diversidad de fuentes es inteligencia. Ante ello resulta llamativo con la soltura que los políticos vernáculos manifestaban sus posiciones políticas; quizás creyéndose protagonistas de una gran conspiración.
En el 2008 el ex ministro de economía de Menem y De la Rúa, Domingo Cavallo, asistió a la embajada para delinear su mirada fundamentalmente económica. Para el economista, Argentina iba insoslayablemente a una “estanflación” (el crecimiento económico terminaría pero la inflación seguiría creciendo). Para lo cual, a partir de su análisis vaticinaba la hecatombe: las elecciones del 2009 serían un desastre para el gobierno nacional y Cristina Fernández abandonaría la presidencia. Los diplomáticos consideraron el panorama dibujado por el ex ministro como “verosímil”, pero advertían que en Argentina el economista tiene una imagen negativa de las más altas y se los responsabiliza por la última crisis socioeconómica del 2001; lo cual su opinión tenía muy poco peso social. Para este encuentro, la embajada extremó los recaudos de hermetismo con el fin de que su imagen no quede pegada a la del ex ministro.
Otro que mantuvo recurrentes encuentros en la sede diplomática fue Eduardo Duhalde. Los funcionarios de la embajada terminaron siendo testigos de privilegio del divorcio político entre el dirigente bonaerense y Néstor Kirchner cuando en el 2005 se enfrentaron en las legislativas de la provincia de Buenos Aires. Para Duhalde, eso iba a producirse porque al kirchnerismo no le convenía. Pese a los yerros, unos años después volvería con los pronósticos electorales: “’Duhalde predijo que ninguno de los Kirchner sería un factor en las elecciones del 2011, ni como candidatos ni como generadores de un nuevo líder’ escribió el diplomático en su resumen del encuentro”.[1] En el 2005 Kirchner y Duhalde enfrentaron a sus respectivas esposas en el mayor distrito electoral del país: ganó Cristina Fernández por más de 20 puntos, y en el 2011 la misma Cristina Fernández ganó las elecciones, esta vez la presidencial, con el 54 por ciento de los votos.
Más allá de los desajustados análisis electorales, Duhalde aprovechó para dejar en claro algunos de sus posicionamientos ideológicos: a favor del ALCA y el libre comercio, deseaba la victoria electoral de George Bush en su segunda elección presidencial del año 2004, y manifestó su desprecio por el gobierno y liderazgo del venezolano Hugo Chávez.
Uno de los hombres de origen duhaldista y que se mantuvo en la vereda kirchnerista luego de la ruptura fue el peronista bonaerense José Pampuro. Sin embargo de los planteos públicos y posiciones en las votaciones del Congreso, en la confiable intimidad que percibía en la embajada se permitió críticas al kirchnerismo, sobre todo en el conflicto con el campo, y coincidió con su antiguo caudillo al despreciar la alianza con el gobierno venezolano.
Claramente, Mauricio Macri, jefe de gobierno porteño, es un fan de la representación diplomática estadounidense. Sin embargo, en sus entrevistas no fue muy afortunado.
De movida resumió su plataforma electoral a favor de los intereses y deleites norteamericanos: “Somos el primer partido pro mercado y pro negocios en cerca de ochenta años de historia argentina que está listo para asumir el poder”.
En cuanto a su apreciación de la realidad, cuando recibió en su despacho a funcionarios del senado estadounidense durante el 2008, luego del voto “no positivo” de Julio Cobos, según cuenta el cable filtrado, Macri “dijo que los argentinos estarían contentos si cayeran los Kirchner (alzando su vaso dijo, ‘si este vaso de agua fueran los Kirchner, todos se estarían peleando por volcarlo’)”[2]. Si bien recalcó su posición a favor de la continuidad institucional, pidió a los estadounidenses que incrementen sus críticas al gobierno argentino.
En resumen, la embajada describe al dirigente como un político con mucho potencial a largo plazo, pero aun así se mofan de sus planteos al comparar la administración política de un país con el de un equipo de fútbol. La embajadora Vilma Socorro Martínez resumió burlonamente sobre él: “Describió su presidencia del Club Atlético Boca Juniors como una educación política sobresaliente, manejar temas como el acceso a la prensa y a los vestuarios, la distribución de asientos y las decisiones comerciales al frente de un club con 15 mil socios"[3].
Otro que les demandó más energía a la hora de fustigar contra el kirchnerismo fue el dirigente radical Ernesto Sanz: “Los críticos de la oposición, dijo, se sienten aislados al criticar las políticas peligrosas o irracionales del gobierno si los jugadores internacionales clave permanecen en silencio”[4]. Del mismo encuentro participó la senadora María Eugenia Estenssoro de la Coalición Cívica, que por su parte se diferenció de Sanz al manifestar que por el momento político de incertidumbre había que ser cautelosos con las manifestaciones contra el gobierno y sostuvo que había que fortalecer la continuidad institucional.
El clímax de las confesiones de Argenleaks llega con Sergio Massa, el intendente de la ciudad bonaerense de Tigre, ex jefe de gabinete del gobierno de Cristina Fernández y ex joven del partido derechista UCeDe. La embajadora Vilma Socorro Martínez es en persona quien relata a la secretaría de Estado lo que contó Massa en la casa de un asesor suyo donde la invitaron a cenar: “Massa fue despiadado en sus críticas a la pareja presidencial, especialmente a Néstor. Aunque ninguneó los informes de prensa que decían que él y Kirchner se habían agarrado a las trompadas en el cuartel de campaña en la madrugada previa a las elecciones de mitad de periodo llamó a Néstor “psicópata” y “cobarde”, y dijo que su actitud de matón en la política esconde una profunda sensación de inseguridad e inferioridad. (La esposa de Massa se alarmó a tal punto que él pidió a ella que dejara de ponerle caras!) Massa cuestionó el argumento de que Néstor merecía crédito por ser un táctico magistral, describiendo al ex presidente como un torpe tan convencido de su propia brillantez que seguramente continuará cometiendo errores… Dijo que Néstor no se podía relacionar con otros fuera del estrecho foco de sus propias ambiciones políticas: “Kirchner no es un genio perverso”, concluyó Massa, “sólo es un perverso””.[5]  

Sobre la salud emocional de CFK
Funcionarios
Juzgar sobre tablas las reuniones y asistencias de miembros del gobierno nacional en cualquier embajada es superficial. Pese a los intereses políticos y personales de cada cual, en su función gubernamental también está la de dialogar con las representaciones diplomáticas. Por eso, sólo será un resumen de curiosidades sobre los dirigentes kirchneristas que fueron partícipes de los ágapes estadounidenses.
 El ahora vicepresidente de la Nación, Amado Boudou, visitó la embajada cuando era titular de la cartera de Economía. Del encuentro los análisis de la diplomacia son genéricos, aunque sobresale el entusiasmo de Boudou por manifestar su admiración a Estados Unidos y su pretensión de recomponer las relaciones con el FMI. 
Sobre el ministro del interior, Florencio Randazzo, evaluaron que si bien se mantuvo leal al kirchnerismo en las exposiciones públicas cotidianas, puertas adentro confesó que a su entender el gobierno tenía que dialogar con la oposición tras la derrota de las legislativas en el 2009. Para los diplomáticos, Randazzo “jugó a dos puntas”.
En cuanto a los líderes políticos más gravitantes, Estados Unidos los elogia en secreto y a su manera: los llama por sus iniciales (NK para Néstor Kirchner y CFK para Cristina Fernández de Kirchner) y elabora perfiles psicológicos en base a opiniones de las personas más cercanas. Por ejemplo, sobre Néstor Kirchner escribieron lo siguiente: “De acuerdo a estudios recientes, el perfil psicológico de Kirchner incluye la necesidad de siempre tener el control, tomar decisiones rápidas y contundentes y mantener una lucha constante contra enemigos percibidos. Kirchner no delega el poder de decisión y toma él mismo todas las decisiones importantes”[6].
Sobre el ex presidente fallecido también describen algunas de sus tácticas políticas recurrentes: “no deja lugar para el disenso”, “usa tácticas de dividir –para-reinar” y “busca enemigos desacreditados” a los cuales enfrentarse “para aumentar su popularidad”.
De la presidenta Cristina Fernández tuvieron, en sus tiempos de senadora, una evaluación favorable por su capacidad de trabajo y su importancia para la toma de decisiones de Kirchner y coincidieron que, al igual que su esposo, tenía un perfil confrontativo. Sin embargo, una vez materializada la derrota electoral del 2009 y la disputa política que se abría cuando parecía que el kirchnerismo iba en retroceso, desde Washington elaboraron un cuestionario protocolar para que la embajada investigara su situación emocional: “¿Cómo está manejando sus nervios y su ansiedad Cristina Fernández de Kirchner? ¿El estrés afecta su comportamiento hacia sus asesores y/o proceso de toma de decisiones? ¿Qué recaudos toma Cristina Fernández de Kirchner o sus asesores para ayudarla a manejar el estrés? ¿Cómo afectan las emociones de Cristina Fernández de Kirchner sus decisiones y cómo se calma cuando está angustiada?”[7] 

A pesar del deseo de Clarín
 y opositories, desde EE.UU.
nunca criticaron
duramente al gobierno.
Medios y periodistas
Tampoco los periodistas son ajenos a las vanidades que despierta el llamado de los Estados Unidos. Aunque son públicas las citas de fraternidad entre la embajada y la prensa, algunos poseen más horas de vuelo y otro ameritan reuniones privadas.
Difícilmente Jorge Lanata pueda salir de sus nuevas contrariedades trabajando para el multimedio que siempre fustigó; sin embargo, habría que ser muy original para caer más en el torpe encuentro que tuvo con el embajador John Wayne, a quien le pidió una suerte de ejercicio de gerente comercial para su diario Crítica de la Argentina. Según Lanata, el gobierno conspiraba para que no le pautaran en su matutino, y resaltó lo beneficioso que sería para el escenario político un medio periodístico que criticara desde el sector progresista al gobierno.
El columnista del diario La Nación, Joaquín Morales Solá, intenta jugar al “vocero” de la embajada, diciendo aquello que por su rol diplomático no pueden manifestar abiertamente. Sin embargo, según los cables enviados a Washington, aunque creen que es un periodista influyente, relativizan sus opiniones como una visión personal de lo que ocurre en Argentina. No obstante, Morales Solá reforzó sus impresiones cotidianas sobre la presidenta dentro de las herméticas paredes de la embajada: “caracterizó a CFK como inteligente y talentosa pero peligrosamente fuera de contacto con la realidad. (…) CFK se aferra tozudamente a sus opiniones y posturas, y le es muy difícil admitir cualquier error o aceptar otros puntos de vista”[8].
Por último, sobre el Grupo Clarín dicen que es un holding empresario fabuloso para hacer buenos negocios pero de dudosa calidad periodística. Al encuentro que hace referencia la embajada fueron varios los representantes del multimedio: Héctor Magnetto (CEO), José Aranda, Jorge Rendo, y los periodistas Ricardo Kirchsbaum y Eduardo van der Kooy. Los dos últimos se tendrían que sentir desahuciados luego de la evaluación de su trabajo como comentaristas de la realidad.         


[1] O’Donell, Santiago, Argenleaks, Editorial Sudamericana, 2011, página 129.
[2] Ibídem, página 201.
[3] Ibídem, página 206.
[4] Ibídem, página 311 y 312.
[5] Ibídem, página 213.
[6] Ibídem, página 248.
[7] Ibídem, página 90 y 91.
[8] Ibídem, páginas 174 y 175.